Se suspende, se adelanta o se atrasa, pero nada ocurre al punto.
Todo al son del viento, orientándonos y dirigiéndonos con la batuta del soplo.
Te levantas, un día te elevas por encima de tus posibilidades; otro, te estancas, aferrado por gruesas maromas, que te dejan sin eventualidades, sin peripecias que inventar.
De colores, la vida finalmente así se pinta, y para todos, de colores estridentes, como si con nosotros fuese la alegría de la mano.
Y el agua nunca es la misma, que viene con comba desde los altos y sólo se estanca allí en dónde cunde la paciencia.
Fotografía y Texto: © Ildefonso Vilches Ruiz.