Más allá, cerca del horizonte, sobre aquellas lomas azuladas -de las que vengo y a las que desde aquí apenas si se distinguen- viven ellos: los hombres herméticos, seguidores de Hermes.
Allá, a las orillas de exiguos arroyos de escasas aguas tienen sus casas; construidas de troncos de madera enlazados con esparto y recubiertas de ramas de lentisco y retama. Cada puerta la adornan con una maceta de tiesto de barro, en donde crece cada primavera una flor azulada, maravillosa, de pétalos ovalados, y que no se da en ninguna otra tierra.
De sus corolas picadas obtienen un polvo del cual, mezclándolo con sangre de alimaña y preparado en infusión, consiguen una bebida reconstituyente, mágica, que te fortalece el cerebro y hace que siempre te acudan al consciente pensamientos buenos.
Aquí la traigo.
Ojalá sea cierto.
© Fotografía y Texto: Ildefonso Vilches Ruiz.
Maravilloso bálsamo de Fierabrás que curaba las heridas y males de todo aquel que lo bebía!
ResponderEliminarInquietantes estos sabios y herméticos hombres... Muy bueno!