Sigo acariciando tu cuerpo ondulado, repasando cada
centímetro tuyo, de forma suave, como a ti te gusta; y te acerco mi rostro para
que lo sientas, luego te beso cerrando los ojos.
Sale el sol, los primeros rayos comienzan a impactarte y
allí por dónde ya te he refregado con vinagre, harina y sal, los devuelves aún
más bellos.
Hoy es tu gran día, mañana es Navidad y esta noche te
balancearé con finura para que repiques a lo francés. A cambio, tú, deberás sacar
tu voz profunda, la voz de los ángeles, y llamar con júbilo a la misa del Gallo.
Fotografía y Texto: © Ildefonso Vilches Ruiz.
Excelente
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